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lunes, 21 de noviembre de 2011

No es Cenicienta

Definitivamente, este no es un cuento de princesas. Ni en el principio de La Cenicienta sucede algo parecido. Estoy triste. Nunca pensé que después de estudiar y de tantos sueños que tenía, fuera a parar a este infierno, un pozo sin fin. Quisiera escapar pero… no. Este es mi destino y debo dar gracias porque no me mataron; en otras palabras, me dieron la oportunidad de seguir viviendo. Pero estar aquí no es vida. Esto es el mismo infierno en vida, hubiera deseado mil veces morir.

Danna no me delató porque yo la saqué de esa pesadilla, pero por tal motivo traicioné a los líderes del secuestro, por lo que en cuanto los agarraron, confesaron que yo también era cómplice.

En una tarde familiar, estábamos disfrutando de un rico postre que había hecho mi hermana y de repente tocaron muy fuerte a la puerta; salió mi papá y eran unos policías. Estaban buscándome. Estas fueron las palabras del policía: “traemos una orden de aprensión por el delito de secuestro en contra de Nahieli Anaya”. Mis papás le dijeron que no conocían a la persona por la cual ellos preguntaban. Pero ellos no les creyeron, por lo que, entraron a mi casa y me buscaron hasta debajo de la cama; hasta que me encontraron dentro de mi closet.

Me llevaron directo al penal de Cuautitlán. Ni siquiera pisé el Ministerio Público porque según la policía, yo era una persona de alto peligro

Lamentablemente, vivimos en un país lleno de injusticias. Me quiero morir porque yo quisiera estar en estos momentos con mi familia y con mi novio, pero no es así.

Al parecer pasaré el resto de mi vida encerrada en estas tres paredes –claro- porque la otra es una reja. Trataré de acostumbrarme a esta nueva vida.   

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