Cuarta entrada (versión final)
Son las tres de la mañana, y suena el teléfono, ¿Quién será?, yo me pregunté. Contesto. Y sorpresa. Eran los tipos malos, me dijeron “te necesitamos urgentemente en una misión. Pasaremos por ti en 15 minutos”. Yo, muy preocupada, me alisté y, sin hacer ruido, salí de mi casa.
Creí que me iban a secuestrar o algo parecido, pero no fue así. Yo resulte ser la secuestradora. Me llevaron a una casa muy fea, en muy malas condiciones. Al parecer tenía muchos años sin ser habitada. La casa era espeluznante y con eso ya me daba miedo.
Al entrar a la habitación vi a una muchacha amarrada a una silla, vendada de los ojos y de la boca. Al parecer estaba dormida o tal vez drogada. No lo sé.
Al entrar a la habitación vi a una muchacha amarrada a una silla, vendada de los ojos y de la boca. Al parecer estaba dormida o tal vez drogada. No lo sé.
Solo me dejaron en el cuarto para vigilarla. En realidad, no sé qué querían que le vigilara, si estaba inconsciente.
En cuanto la muchacha despertó, gritó pidiendo ayuda. Yo le dije que no se esforzara porque nadie la iba a escuchar. Me preguntó quién era yo. No sabía qué contestarle porque en realidad yo era ajena a todo ese embrollo, pero lamentablemente estaba ahí, por lo que le dije que no se preocupara, que todo iba a salir bien, siempre y cuando ella cooperará y- claro- sus padres. Empezamos a charlar sobre su infancia y resultó ser hija del gobernador.